mayo 16, 2009

JULIAKNOVA NINOSKA CASTELLANOS PEÑA (n. Mérida, 16 de diciembre de 1952) La primogénita

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Mi primogenita, en sus 15 años en 1967
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Algo sobre pintura


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Cuando en abril de 1974 Junyk exponía en la Galería Nacional de Bogotá y veíamos a una alta cantidad de visitantes extasiarse en sus guaches y acuarelas novedosas, a oídas de muchas opiniones contradictorias, pero mayoritariamente positivas, pensábamos en como desde cuando era una niña de escuela primaria venía brotándole del corazón y del intelecto el numen de una inspiración de matices nebulosos y solares que la llevaría a transformarse en una artista de primer orden dentro de una escuela pictórica muy a tono con esta época cósmica, sideral, de ovnis, de estridencias musicales y de un boom editorial casi desquiciante.
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No es una novedad en ella haber escogido esta disciplina artística en la cumbre de la pintura. En la madre ha tenido escuela y rumbo cierto para madurar satisfactoriamente esas inclinaciones. Y como complemento, en los hermanos que le siguen también ha habido camaradería para enarbolar el pincel y la paleta.
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Creemos que cada quien nace con un algo al cual tiene que buscarle cauce, contornearlo y llevarlo hasta el cenit. Es el caso y la suerte de Junyk a la que no por unirnos, más allá de la admiración por la artista, la familiaridad, nos pueda impeler a hacer exageraciones. No, pues los conceptos de críticos consagrados y consagrantes le han sido a Junyk benéficos, oportunos y hasta apasionantes.
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En su pintura hay múltiples facetas: una combinación perfecta del color en lo que podría denominarse la policromía de la niebla; o un trozo magistral de líneas para esos vehículos imaginarios, navegantes de tierra, aire o mar que ella conforma objetivamente; o en sus desquisiciones filosóficas puestas en su pulso para interpretar tal vez a Kant, a Comte o al mismo Soren Kierkergaard, sin dejar de sentir tampoco al poeta Rudyard Kipling. Y así se proyecta en las formas y los dibujos con ella analiza las motivaciones que lleva por dentro, que la rodean, o que se las imagina con jerarquización de principios.
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Todas estas opiniones las concretamos ahora cuando se prepara en Caracas una exposición de Junyk, quien tiene además, la formación científica para incursionar en la vistosidad del arte pictórico, lograda en severos estudios realizados en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, así como fácil creación de imágenes a través de un gongorismo revolucionario, en las metáforas de una poesía que escribe siempre, egoístamente, casi para ella sola. Por descontado creemos en el éxito de Junik en Venezuela, de donde hace siete años se marchó como estudiante para volver ahora de paso como pintora realizada.

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Rafael Ramón Castellanos

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El Universal, Cultura, Caracas, 17 de junio de 1976
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JUNIK

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Ateneo del Litoral Dr. José María Vargas.

Macuto, 13 al 20 de agosto de 1976

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. En Lisboa en cursos de aviación que lo de ella era investigación historica en el

gran Archivo Torre de Tombo, 1979
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mayo 15, 2009

EMPIEZA LA HISTORIA DE SANTA ANA DE TRUJILLO (fragmento)

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No es aún la génesis. El clásico o legalismo imperial, las coordenadas jurídicas de una incipiente legislación de indias, harían sus efectos en las faenas dilatorias de la petición que los jerarcas regionales de la colonización habían puesto en práctica para establecer un condominio de vecinos más mercantilistas que de conciencia cristiana, o puede ser que entremezclando ambas apreciaciones. Así es como después del vaivén de los escritos que van y vuelven, que se anotan y se acotan, un buen día, una feliz fecha, nació otro pueblo de Los Andes. era el 19 de abril de 1953. Emergía de la placenta misma del descubrimiento, como consecuencia de un grande esquema socio -económico, ya lo vimos. La equidistancia engendró el feto que ya se hacía criatura, y qué curiosa coincidencia: el 27 de noviembre de 1820 se abrazan aquí el genuino representante de la grandeza indoamericana y el jefe realista de la expedición pacificadora, justamente en razón de la equisdistancia, por la cual al pregón de los siglos debemos invocar el argumento de que Santa Ana de Trujillo es cielo y tierra de amor y paz. Dotó Dios la región de la privacidad de ser cuzco religioso en la hora de su fundación y cruzco testimonial y libertario en la hora en que nacía la inconmensurable República de Colombia, culto y norma del adalid sin parangones.
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-II-
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Y la historia brinda las satisfacciones de la rectificación cuando el ojo avisor y la paciencia sublime del investigador penetra por entre anaqueles y páginas añejadas de amarillos pálidos. El 26 de julio de 1968, adheridos a un virtual concepto de exactitud, e inspirados en las palabras de investigadores de la gallarda jerarquía nacionalista y de humanismo de don Mario Briceño Iragorry; o de Américo Briceño Valero, infatigable iconoclasta y vencedor de escollos, o del doctor Amílcar Fonseca, recopilador insigne, o de Vicente Dávila, archivero de recia acción y buceo intelectual, o aún oteando la huella de cronistas sin cuento, celebramos el tricentenario del pueblo. Las calles y los senderos estuvieron llenos de voces, alumbrados de ensueño. Amacijos de mieles con miradas de jolgorio y de futuro, hicimos todos los hijos de esta tierra donde respira aromas la voluntad de emprender grandes tareas, y pudimos reencontrarnos desde todos los rumbos de Venezuela, los que no nos habíamos visto nunca a seres que no conocíamos, que nos parecían míticos, porque se habían marchado desde mucho antes que nosotros fuésemos lanzados a la faz del mundo. Fue una fecha de bombos y platillos, de cohetes y trabucos. Se nos reunió en el instante de 24 horas la evocación, el júbilo, la idea creadora, la voluntad, la niñez, la pubertad, la juventud de uno y de todos los hijos de este suelo. Y nos desdoblamos en esperanzas y motivaciones soñadoras. No cabíamos dentro de nuestros propios corazones, pues desde éstos manaba fiebre de felicidad, amancebamiento de divinidad milnochesca con la vida de Santa Ana de Trujillo e idealismo de volverlos concretos vínculos de rehabilitar la opulencia y la grandeza que en algún buen año tuvo el pequeño terrón donde nacimos. Pero recientemente apareció el hombre inflamado de su grandor de maestro en las disciplinas de penetrar por entre los poros, las venas y las arterias de antiguos documentos testamentarios de cuando la luz humana sobre la tierra pare un pueblo. Aquí justamente está con nosotros acompañado de su incansable consorte. Es él Manuel Pinto C. En un artículo hubimos de decir lo siguiente en pasados días: " Y en este año de 1678 nos comprometemos a una nueva conmemoración: Trescientos diez julios y en día 26. Sin embargo, un humilde y casi franciscano historiador, de fibra y condiciones no comunes, Manuel Pinto C., nos coloca en un campo de apreciación de mayor envergadura, y con el cual viene a echar por tierra la tesis de los años que nuestro pueblo había cumplido.
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Manuel Pinto C., quien es un investigador a tiempo, día y noche, en los trescientos sesenta grados de la incursión que se hace de meridiano a meridiano, nos presenta dos documentos que olfateó desde muy lejos como si fuera lebrel de otear rutas de valor inapreciable. El uno es definitivo: Santa Ana de Trujillo se fundó el 19 de abril de 1653. Pero, aún más: Ya desde 1649 los encomenderos de Siquisay, San Jacinto y Burusay habían elucubrado, en rogativas y solicitudes, una como necesidad colectiva de institucionalizar un centro vital para todos. Y el pensamiento cundió y floreció luego en el nacimiento de nuestra pequeña ciudad que ahora celebra tres siglos y un cuarto.
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Dirán algunos que envejecemos el poblado en la suma de quince años sobre los ya vividos, pero rejuvenecemos todos porque la veracidad histórica le quita edad al susurro y a la inexactitud. Ahora estamos más seguros de nuestra íntima historia. Manuel Pinto C., junto a su compañera ideal, diáfana como él, imponente, Maruja de nombre tierno y familiar, nos regaló un camino que conduce al destello solar y por él nos hemos metido todos los santaneros, sin distingos partidistas o mediatizantes, a conquistar para Santa Ana de Trujillo lo que podemos darle todos, unidos, desde el interés colectivo de ser útiles al terrón que nos vio nacer. Luego agregamos: Nos empeñamos no solamente en acudir a una cita con nuestros anales y a una nueva fecha para el terruño que divisó a Bolívar dilatarse hacia lo infinito, al abrazar al contrincante valeroso y rudo. Nos empeñamos, repetimos, en integrarnos en un solo cuerpo de acción todos los que hemos nacido aquí o en sus alrededores o se han asimilado a la patria chica para implementar una circunstancia específica que nos dé mayor ambiente en cuanto a que seamos menos egoístas, menos pobres y más hermanos en la fe y en el amor. Desde ese ángulo celebramos con alborozo colectivo una efemérides más humanizada y más viril para Santa Ana de Trujillo, nuestro pueblo.
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Y así, declaramos a 1978 Año de los trescientos veinte y cinco aniversarios de Santa Ana de Trujillo. Y vamos todos, mancomunados y con altura, a caminar, a caminar con paso seguro y firme hacia la segunda etapa conmemorativa que será el 26 de julio venidero, día de nuestra señora Santa Ana, fecha de festividades patronales que aprovecharemos también para que podamos presentar algunas realizaciones objetivas en cuanto al mejoramiento institucional en los aspectos sociales, políticas y económicas de la región.
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Igualmente para el 27 de noviembre, fecha clásica en nuestros anales, tendremos oportunidad, ya en la tercera etapa aniversaria de los 325 años del pueblo, de demostrar que la unidad de todos, la tolerancia en los ajetreos políticos y la absoluta libertad democrática en que vivimos, avivará la tea del progreso para llevar a Santa Ana de Trujillo hacia mejores y más compactas realizaciones.

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Rafael Ramón Castellanos

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Venezuela ¡qué hermosa eres!
Editorial Lisbona S.A.
Madrid, 1981
ISBN: 8449949750
pág. 210

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UN JUICIO DE HUGO CHAVÉZ FRÍAS, SOBRE SUCRE, CREADOR DEL DERECHO HUMANITARIO

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Miraflores, 18 de febrero de 2000
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Ciudadano
Dr. RAFAEL RAMÓN CASTELLANOS
Presente.-
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Con especial agrado recibí su obra intitulada "Antonio José de Sucre", interesante ensayo en el que además de la amplitud y profundidad temática expresada en los contenidos históricos, se denota una exposición diáfana y coherente en la interpretación de la relevante actuación patriótica del gran Mariscal de Ayacucho, ofreciéndonos en forma implícita su visión de filósofo y educador.
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Conocer nuestra historia y los personajes claves que con su brillante acción delinearon el rumbo de los acontecimientos, nos permite hacer un mejor análisis de las actuales circunstancias y sobre todo fijar el derrotero a seguir, especialmente cuando tenemos la oprtunidad de volver a revisar la actuación y los ideales de quienes nos precedieron en la lucha por logarar una Patria grande.
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Su obra encierra igualmente, un valioso y vih¡gente contenido en torno al derecho Internacional Humanitario y la significación del héroe cumanés como hombre noble y justo, entre cuyas virtudes destaca, precisamente, su condición humana en el tratamiento de los asuntos de la guerra, habiendo jugado un papel primordial en los acuerdos de Trujillo, en 1820. Ests área del Derecho constituye en los actuales momentos un tema de gran relvancia, especialmente cuando observamos que en la actualidad se debate permanentemente sobre la guerra y la paz.
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Agradeciendo profundamente tan significativo obsequio, le expreso mis sentimientos de alta estima y consideración.
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Atentamente

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HUGO CHÁVEZ FRÍAS

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CORTÉS DE MADARIAGA, TRÁGICO VIAJERO

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Prócer civil de grata memoria entre todos los hispanoamericanos es José Cortés de Madariaga, el famoso canónigo chileno que por azar llegó a nuestras costas y a quien correspondería un papel determinante y magistral en el acontecer histórico de Venezuela. En 1802, regresaba desde España a su país de origen, pero la mar bravía, el barco que se volvió enclenque en la tormenta y el destino solar de este hombre lo colocaron, enfermo y desesperado, a las puertas de La Guaira. Y se quedó. Ya nunca más seguiría el viaje hacia ese lejano pedazo de tierra austral que tanto añoro y en donde había nacido el 8 de julio de 1766.
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El Rey le concede una canonjía en Caracas, y es así como pasa a la historia de la grandeza continental, en ese día epicéntrico de luz libertaria que es el 19 de abril de 1810, y desde esta fecha y esta hora cumpliría imponentes misiones de la patria en ciertos por los caminos del continente, y en especial la que tuvo lugar en Santa Fe de Bogotá al firmar el "Tratado de Alianza y Federación entre Cundinamarca y Venezuela" el 28 de mayo de 1811, como representante de la Junta Suprema de Caracas frente al Jefe del Poder Electoral Constituyente de la otra parte, el eminente tributo Jorge Tadeo Lozano. Luego estuvo al lado en los fulgores del movimiento y en la derrota, pero siempre elevado y notable. Al violarse la capitulación de 1812 es hecho prisionero y "bajo una barra de grillos", junto con otros revolucionarios es enviado a España. Para analizar el desarrollo de este articulo con mayor claridad diremos que entre quienes le acompañan en este desgraciado recorrido figuran los coroneles Juan Pablo Ayala, José Mires, Juan Paz Castillo, Manuel Ruiz y Tomás Montilla, entre otros.
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Más, ya en Ceuta en 1814 encontraron una lámpara de salvación los presidiarios. Dice el laureado historiador Nicolás Perazzo que Thomas Richards, acomodado mercader británico, los ayudó a evadirse de la tétrica fortaleza y "acompañados por los guardianes que facilitaron la evasión del penal, huyeron a Gibraltar, poniéndose al resguardo de la bandera inglesa". Pero la suerte adversa los devolvió a las manos de los verdugos por timidez del gobernante inglés del Peñón; sin embargo el 21 e noviembre de 1815, tras reclamaciones diplomáticas, se les restituye a tierra de bandera inglesa, y por supuesto, a la libertad.
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Cortés de Madariaga se traslada a Jamaica, y allí estaría al lado de la revolución. Recibe correspondencia de Bolívar, pero lo desatiende y lo relega, ya que su búsqueda era la cúspide del mando y el ciclo vital de su existencia le jugó una nota discordante. Quizá nunca creyó que ese hombre habría de ser el Libertador. En 1817 se traslada a la Isla de Margarita y luego induce a varios héroes a la convocatoria y ejecución del Congresillo de Cariaco. "No podría excusarse su actitud disociadora como resultante del apego intransigente a los principios", dice Perazzo. Y por ello fracasó. desde allí marchó a Kingston, donde precariamente vivió tres años, empeñado en faenas revolucionarias. En 1820 esta en Santa Marta, con el corsario Luis Aury, y pasa al servicio del general Mariano montilla, a quien acompaña en la toma de Cartagena en 1821. Mas la salud le traiciona y se refugia, abatido y frustrado en su idealismo, en el pequeño pueblo de pescadores denominado Río Hacha, donde irá"compartiendo la vida simple y dura de los indios de la región". Allí le sorprendería la muerte en marzo de 1826.
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Queremos ahora referirnos a una interesante correspondencia inédita del ínclito prelado dirigida al general Juan P. Ayala, uno de sus compañeros, como ya vimos, en el fatídico año de 1812. La escribió en Rio Hacha el 30 de enero de 1824: "Recordado compañero y antiguo amigo -empieza-, Gracias a dios que su turbada visita ha permitido a V. al cabo de tantos años de silencio notar las preciosas letras conque me ha favorecido con fecha 10 de noviembre último; yo no he dejado nunca de indagar la existencia de V. y durante mi caravana desde el año 20, en que salí de Jamaica para unirme a la expedición del Hacha, he he seguido los pasos de V. y no me han faltado informes de su persona, bien por el conducto del amigo don Ramón mientras corrimos la suerte juntos; y para adelante, por el órgano del Presidente de Montilla y de algunos otros pasajeros procedentes de esa capital. He probado el disgusto de entender la poca salud de V., especialmente con la escasez de la vista, pero al fin me he consolado con la idea de que V. sufre en el seno de su patria y amable familia todavía con fuerzas suficientes para emprender viaje al Norte en la primavera próxima con el designio de curarse ¡Ojalá que V. consiga el objeto para que regrese cuanto antes a casa y lograr yo abrazar a V. y que renovemos el registro de nuestra pasada historia de cárceles y presidios.
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"Pasaré por alto la relación constristante de mis quebrantos posteriores a nuestra separación en Jamaica; perdí a mi padre, hijo, hermano y mejor amigo. Este golpe me ha rendido. Soy un esqueleto ambulante y no he podido resolverme a buscar el suelo patrio temiendo los reveses del tránsito y sin una persona de confianza que me apoye".
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"Pretermido de los hermanos de Colombia, el imperio de las circunstancias me varó en el Hacha; he procurado trasladarme a esa y no han surtido efecto las gestiones que he dirigido al intento: ahora me promete el señor del Toro atenderme, y si lo cumple, mejoraré de situación".
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"¡Qué desengaños, amigo, ofrecen las revoluciones! V. y yo nos hemos acrisolado bastante: partiremos pronto de este mundo al eterno, pero si alguna vez volviéramos a la tierra, estamos bien escarmentados y no es dudoso que resistiremos el suscribir a otra pavana de transformaciones y reformas".
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"Ya sabia el establecimiento de castillo en Guayaquil. Lo considero feliz y desprendido de la guerra. Mires parece que la tiene el Perú y nuestro amigo Ruiz ha hecho bien de meterse en concha y procurase el descanso en las márgenes del Guayrá".
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"Al amigo D. Ramón le hará V. finas expresiones y que le aplaudo la renuncia del gobierno Meridiano, bueno para aspirantes de mando, aunque sea en desiertos y entre breñas".
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"Mucho me ocurre de que tratar a V., pero las calenturas me han debilitado al extremo y no permiten que me extienda: el teatro de Colombia convida a discurrir y celebraría que filosofásemos de silla a silla, para no correr los riesgos de la pluma. Supla V. allá mis sentimientos e infiera cuanto sabe de mi carácter, etc".
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"Me alegra que en su comisión tenga V. por Secretario a nuestro Redentor Richards, a quien escribo con esta propia fecha".
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"Adiós, mi virtuoso y fino amigo. Memorias a las señoritas sus hermanas, sobrinas y resto de familia, con el afecto de todos me acuerdo: les guardo consecuencia y de V. soy siempre su apasionado respetuoso amigo y obediente s.q.s.m.b.,
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Jph. Cortés Madariaga".
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Bien expresa el biógrafo del revoltoso e intransigente caudillo de nuestra libertad y de nuestra independencia que "rodeado de una extrema pobreza que se confundía con la más dolorosa miseria se ignora si expiró a la sombra de uno de esos árboles gigantes de nuestras selvas tropicales o bajo el techo pajizo de la cabaña de uno de aquellos buenos pescadores que solían socorrerlo". Pero al fin: duro recuadro el de su vida, amamantando desilusiones frente al mar siempre azul, siempre viajero, en una espera inútil de la justicia que pidió en sus cartas. La patria de América lo lloraría después con los galardones de póstumos homenajes.
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Rafael Ramón Castellanos
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El Universal, pág. 1-5, Caracas, 11 de julio de 1974
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MANUELITA SÁENZ Y ANTONIO DE LA GUERRA MONTERO

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He visto en este mismo diario un rubro de inquietudes alrededor de la vida y de la obra de una mujer singular que ocupa categoría de honor en los anales de la América bolivariana. Y ello me ha reconfortado enormemente, pues mi admirada y simpar doña Manuela Sáenz, sin pretenderlo, en la lejanía de más de un siglo de su desaparición física, me llevó a Paita en agosto de 1971, gracias a la diferencia de don Luis Miró Quesada de la Guerra y de su infinita hija, doña Viruca, entre ambos hoy ausentes de este mundo y dueños del prestigioso diario El Comercio de la capital peruana.
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A Paita sí, tratando de encontrar vestigios de la huella de un ilustre prócer venezolano, el general de división Antonio de la Guerra Montero, natural de los Puertos de Altagracia, sobre el Lago de Maracaibo, pues por 1855 y 1856 este destacado militar venezolano, exiliado y perseguido por el ambiente de asonadas y dicterios que palpitaba en el Ecuador, vivió allí, justamente como huésped de doña Manuela y fue él quien tuvo el doloroso encargo de hacer desaparecer todas las pertenencias de la heroína. El suceso lo narro en una biografía sobre él, publicada un año antes en Bogotá y en razón de la cual había tenido efecto la invitación que me condujo por el norte peruano.
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El general De la Guerra en su exilio entre Tumbes y Piura logró asentarse en el difícil, árido y fatigoso puerto de Paita frente a un océano Pacífico imponente, pero su satisfacción era haber encontrado habitación en la residencia de doña Manuela Sáenz, la ilustre quiteña a la cual él había conocido en su época de esplendor en Lima y que ahora en su reposada decadencia constituía "en la vida paiteña un natural motivo de atracción tanto por sus grandes dotes personales, cuando por los múltiples recuerdos históricos que la ligaban al Libertador". Con ella compartió largos días de soledad y evocación. A su lado tuvo la oportunidad de conocer a visitantes tan ilustres como el independentista italiano Giuseppe Garibaldi; al famoso doctor Manuel Ascásubi, Presidente del Ecuador, al filósofo y político de rubicunda pluma, doctor Gabriel García Moreno, también Presidente en tal país; al escritor colombiano, doctor Carlos Holguin quien más tarde sería Primer Magistrado de la Nueva Granada; a don Riardo Palma, el magistral autor de los varios volúmenes de Tradiciones peruanas. Además tuvo el privilegio de leer las cartas que el trotamundos inmarcesible que fue Simón Rodrígues le escribiera desde San José de Amotape a la Libertadora del Libertador.
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Pero aun más, Antonio De la Guerra Montero también leyó las misivas de amor y ensueños que ella guardaba como el más grande tesoro de su existencia y que en diferentes épocas le había escrito aquel mancebo impenitente que se llamó Simón Bolívar. De eso conocían muy poco los habitantes de la región. Los paiteños sabían de la gentileza de la dama, de su generosidad sin menoscabo hacia las criaturas indias o las criaturas negras pues el pan de su hogar era bocado para cualquier hambre y su corazón sentía la plegaria por la redención de los miserables. En el puerto y sus alrededores todos la conocían y el marinero que quiso luz e inteligencia de las cosas del mundo allí las encontró en la voz de esa mujer de acero sembrada en ese pedazo de tierra "al ancla del yermo del desierto peruano que antes era una bahía en forma de media luna" sin agua, sin árboles, desolada.
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Mas un día al comenzar agosto de 1856 de uno de los barcos que hacían obligada escala allí, bajaron a un marinero consumido por la fiebre, el cual moriría ahogándose en sus flemas, pidiendo a gritos un poco de aire y sin saberlo, trayendo una gran tragedia a la costa: la difteria, que no tardó en penetrar a la residencia de la inclaudicable doña Manuela Sáenz. Una mañana murió su criada favorita y el general De la Guerra en nombre de la ama de casa ordenó que se cumpliera con las disposiciones sanitarias de emergencia desde la incineración de todas las pertenencias hasta conducir el cadáver a la fosa común. Al siguiente día murió Dominga, otra criada, y después Juana Rosa la Negra, increíblemente legal que envejeció a su lado y que la acompañó en su recorrido de penas por el Caribe y por el Pacífico.
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El 23 de noviembre la que otrora fuera la "amante inmortal después de resistir tenazmente moría también. El 5 de diciembre el general De la Guerra le escribía a su esposa dándole la mala nueva. El adolorado militar intentó cuando llegaron los comisionados de la ley impedir que al cadáver de doña Manuel le diera el mismo trato que al de los demás. Pero la muerte no conoce favoritos, se la llevaron escaleras abajo y la colocaron en aquel carruaje fúnebre del que todos huían aterrados. El general De la Guerra rumiando su dolor se acercó hasta la iglesia y al regresar del improvisado cementerio de la fosa común llegó hasta el frente de lo que había sido hasta pocas horas antes su hospedaje y quedó estupefacto al comprobar que los funcionarios del cuerpo de sanidad habían sido terminantes en el cumplimiento de sus obligaciones. Apenas quedaban los escombros de la antigua casona y para él fue tan importante la contemplación del paisaje que quedó anonadado al comprobar que de nada había valido lo que él personalmente tuvo que hacer, es decir, prenderle fuego en el solar al vestuario, las prendas, y lo más triste aun, el archivo de cartas y documentos, de aquella mujer insustituible. Encima de lo que habría de quedar hecho cenizas le correspondió colocar, casi con el deseo de no hacerlo, "el cofre revestido de cuero castaño que contenía las cientos de cartas del amante" para expresarlo con las palabras del historiador alemán Víctor W. Von Hagen.
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Las llamas hicieron su labor destructiva. A la inexistencia pasaron en instantes los testimonios documentales de cuarenta años de historia pasional y política, amalgamada en un crisol de luces, con regueros de gloria y coletazos de odios. "Cuando el general apartó melancólicamente con el pie las cenizas de un amor que había agitado antaño a toda América del Sur", encontró una sola carta renegrida cuyo mensaje podría ser leído "El hielo de mis años se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor de una vida que está experando. Yo no puedo estar sin ti. Ven, ven, ven luego". El no tenía porque preguntar de qué puño venían esas letras, ni en qué hito del combate habían sido escritas. Rememoró su misión a Cartagena en 1830 y su correspondencia el Creador de Colombia, pero con la poca suerte que cuando pasó por el puerto caribeño ya el "hombre de las dificultades" había expirado en Santa Marta.
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Ese es pues un somero análisis de la última misión en la tierra de doña Manuela Sáenz, la mujer que no sólo derrotó los miedos a las balas en la guerra sino que los derrotó también frente al atentado bogotano del 25 de septiembre de 1828, y aun más frente a la sociedad quinteña primero; a la sociedad de Lima más tarde y a la sociedad de Santafé de Bogotá. Rompió los cánones contemplativos de una compostura que no cabía en ella y los echó a galopar con la misma euforia con que montaba un brioso alazán o se jactaba de haber sido combatiente de primera línea al lado de los más bravos soldados de la libertad en las más duras batallas. Ella que ejercía un poder soterrado de conductora de multitudes silenciosas desde el corazón de la tropa, dejada de ser intrépida y guerrera, para ser la dulce gacela del gran enamorado. Quizás por ello desde 1822 había seducido a ese hombre que era el Genio, el Paladín, el Semi Dios de América.
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El biógrafo por excelencia de Doña Manuela Sáenz, el ilustre historiador ecuatoriano-venezolano doctor Alfonzo Rumazo González expresa en este sentido que: "No fue indudablemente la emoción corporal lo que juntó a estos dos seres excepcionales, sino la potencia espiritual de entrambos. Los mismos anhelos de gloria, las mismas ambiciones desmesuradas de libertad, una misma fe en la obra, un mismo sentido de sacrificio integral, una misma desconfianza de todo a pesar de la urgencia de contar con todos y la misma triste experiencia sentimental".
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A este respecto es también objetiva y precisa la opinión del biógrafo alemán Emil Ludwing quien apunta que "Cuán poco frecuente es este tipo de mujer... demasiado fuerte y orgullosa, absolutamente desprendida de cuanto significaba matrimonio, marido, seguridad: temperamento de Amazonas en el cual se aúnan el abandono femenino y el orgullo viril, el ingenio y la ironía con la perdurabilidad de los sentimientos".
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Pero a esta mujer insigne que se jugó el todo por el todo de la dignidad y de la paz espiritual, que aun muerto su amante inmarcesible siguió pregonando su amor a él, difundiendo sus ideas y peleando por sus honores, a esta mujer le cobrarían a precio incalculable esa adhesión sin límites y es por ello que Paita, fue testigo de sus últimos años en que no cejó en ser ella misma, en sentirse siempre la amante de Bolívar, a tal punto que hasta el puerto, metido entre farallones y acantilados, llegaron ilustres hombres de Estado. sabios historiadores y políticos solamente por estrechar su mano y sentir el calor de la libertad bolivariana que vibró en ella, con substancialmente hasta ese 23 de noviembre de 1856 en que difteria le cortó el aliento con que avivó siempre la lámpara votiva de su amor al más grande de los grandes de Colombia, al caraqueño que muró el universo desde la luz del Chimborazo.
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Rafael Ramón Castellanos
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El Globo, Análisis , pág. 21, caracas, 13 de diciembre de 1997
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mayo 14, 2009

HISTORIA VIVA: UNA HUELLA IMPERECEDERA

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HISTORIA DEL MONAY DE RAFAEL RAMÓN CASTELLANOS
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El notable y acucioso investigador e historiador, doctor Rafael Ramón Castellanos, una de las mentes más lúcidas entre los grandes intelectuales venezolanos, nacido en El Blanco, suburbio de Santa Ana de Trujillo, el 7 de agosto de 1931, escritor, ensayista, poeta, doctor en Filosofía y letras, licenciado en periodismo, académico y diplomático, autor de numerosas obras interesantes y fundamentales, entre las cuales destacan:"Historia de seudónimo en Venezuela" (dos tomos); "Caudillismo y nacionalismo: De Guzmán Blanco a Gómez, (Vida y acción de José Ignacio Lares)"; "Un hombre con más de seiscientos nombres" (Rafael Bolívar Coronado); "Historia de la Pulpería en Venezuela"; "El Milagroso médico de los pobres en Isnotú" (Doctor José Gregorio Hernández); "Los Fantasmas vivientes de Miraflores" y "La Dimensión Internacional de Ayacucho" Antonio José de Sucre) nos acaba de sorprender gratamente con su obra más recientes: "Para la Historia del Ejido de Monay y la llanura interminable y fecunda" de las Ediciones "La Gran Pulpería de Libros Venezolanos" (segunda edición, noviembre 1998), Pasaje Zing, Caracas, con el diseño de la portada de Elisa Lois e impresión en Italgráfica, Caracas.
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Monay. Su significado y trascendencia
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Ana Botbol de Alfón se aproxima al significado del nombre "Monay", basándose lexicográficamente en la antigua lengua hebraica que, a su entender, lo explica, interpreta en su significado como " de fuerza bella"; de "doble Fuerza" o de "arrollador caudal" y Montatán que significa "donde muere el río". Nos demuestra Castellanos que Monay también existe como nombre de pueblo en el cantón de Selliéres, distrito de Lyons de Suamier, departamento del Jura en Francia y allá dicen que esta palabra es de origen suramericano y que dicho "homólogo" fue fundado en 1774. Señala Castellanos: ¿Quién se llevó el recuerdo de este Monay nuestro para hacerlo geografía europea?
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Por su parte, no se descarta que la palabra "Monay" sea de origen indígena, aunque no se ha podido localizar documentación probatoria. No obstante, el etnólogo doctor Alfredo Jahn al subdividir el árbol de la familia Cuicas en cacicazgos menciona a los Karaches, Chejendés, Cabimbúes, Burbusayes, Siquisayes y Monayes. El Mismo investigador se pregunta ¿Será acaso lugares de agua?. Lo cierto es que la palabra en sí, Monay, no está escrita en vocabulario alguno ni Timotes, ni Cuicas, ni Timotocuicas. Sabemos que es por el año de 1575 cuando surge el nombre de Monay, según nos lo señala el historiador trujillano, doctor Amílcar Fonseca en su libro"Orígenes Trujillanos" ¡Cómo asombran estas "coincidencias"...!
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Otros aspectos de interés en la obra
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Dividido en once partes con 90 capítulos, prologo, epílogo, bibliografía, índice analítico, e índice general y sus 435 páginas de amena lectura, es en verdad una obra selecta, la cual se lee rápidamente, capturados por la magia de la expresión y la belleza del lenguaje de Rafael Ramón Castellanos que como acertadamente lo expresa el presidente de la Academia Hispanoamericana de las letras y penalista de fama colombiano, Horacio Gómez Aristizábal, es fiel reflejo de su personalidad y carácter y acota: "Escribe el estilo moderno, en frases cortas, tajantes, con períodos elípticos, con párrafos condensados, en los que el epíteto realiza plenamente sus funciones de agente sintético, pues siempre le basta una de esas palabras para definir una situación, resumir un personaje, o condensar un largo razonamiento...".
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A nuestro humilde modo de ver, es una obra completa con datos históricos, geográficos, religiosos, políticos, sociales y culturales extraordinarios que deberíamos leer con detenimiento, pues, allí están parte de nuestras raíces y muchos de nuestros orígenes vernáculos.
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Aparece también en el libro una relación de las familias y los troncos genealógicos de los fundadores de Monay, junto a hechos , y anécdotas, realmente importantes que nos llenan de orgullo. Historia viva e inmortal. Rafael Ramón Castellanos, nos atrevemos a decir, ocupa con esta obra un lugar cimero en las letras venezolanas e hispanoamericanas. Sin embargo, su modestia, es tal que, como dicen en China: "El humanista, es como el bambú, entre más alto más se inclina".
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¡¡¡Salud doctor y Maestro con mayúsculas...!!!
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Artículo escrito por Modesto Vargas López

El Informador, Cultura, pág. 2B, Barquisimeto, 18 de septiembre de 1999

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mayo 11, 2009

UNA OPINIÓN DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, COMANDANTE EN JEFE HUGO CHÁVEZ FRÍAS.

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ALÓ PRESIDENTE – Programa Nº 246
Hospital Julio Rodríguez, de Cumaná
Domingo, 5 de febrero de 2006
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Presidente Chávez Y vivo en esta lucha por la igualdad, por la justicia y por la libertad, el gobernador Ramón me ha regalado por segunda vez éste libro, él me regaló uno hace poco, pocos años, Rafael Ramón Castellanos: La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho; Sucre, diplomático y creador del derecho internacional humanitario, sepan ustedes que Sucre es mucho más grande de lo que nosotros creemos, porque no conocemos la grandeza del Mariscal Sucre, no nos enseñaron y nosotros hemos sido flojos, por eso hay que leer, leer y leer, y buscar las verdades en los buenos libros como éste: La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho. Bueno, eso fue publicado aquí en 1998, Ediciones de la Gobernación del Estado Sucre. ¡Y el caballo!, recuerden que este caballo pronto estará galopando, libre, pronto debe estar galopando libre: ¡ese caballo está frenado!, ¡caballito frena’o!
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Bueno, y fíjense comienza el pórtico de este libro, el Gobernador me hizo el señalamiento y me subrayó aquí en amarillo, es una frase de una carta de Sucre, que él hace entre muchas otras, cuando se da cuenta de que no quieren dejarlo gobernar, que conspiran contra él, ya no los españoles, él los derrotó en Ayacucho; ahora los criollos, los ricachones criollos no lo querían a él mucho menos a Simón Rodríguez, Simón Rodríguez, que hablaba de darle educación a los hijos de los esclavos, a los hijos de los pardos, a los hijos de los pobres, “¡no!, este viejo es un loco” y empezaron a inventar cuentos de que era loco, que se desnudaba para dar clases, que era un inmoral, que tenía unas casas llenas de prostitutas y llenas de locos: ¡eran los hijos de los pobres que había que educar para tener república!, moral y luces: los polos de la república.
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Bueno, entonces Sucre escribió, le escribió a la municipalidad de Cochabamba, y estos son mensajes dirigidos a los que se oponían a la Revolución, fíjense lo que dice Sucre, esto fue escrito en la Paz, allá en Bolivia el primero de marzo de 1825, grábense cada palabra, porque este es el mismo reto de hoy, esto está vivo, vivo y es lo que nos trae aquí hoy: “Cuando la América ha derramado su sangre por afianzar la libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera inseparable la justicia de la libertad…”, ¿de qué basta echar al imperio español si iba a continuar igual la injusticia? Y termina diciendo, vean las palabras, bien usadas las palabras: “Sin el goce absoluto de ambas: libertad y justicia, habría sido inútil la emancipación”.
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