marzo 23, 2009

Prólogo a UN HOMBRE CON MAS DE SEISCIENTOS NOMBRES (Rafael Bolívar Coronado)



UN REPORTAJE PARA ESTE LIBRO ANTES DE SER LLAVADO A LA IMPRENTA

Confieso que odio el Alma Llanera. Yo crecí en la generación de Michael Jackson; y no había nada más odioso que oír esos compases de seis por ocho en arreglo Frank Barber London Philarmonica en producción de Fredy León que indicaban que la discoteca iba a cerrar; justo en el momento en que la chama estaba blandita, justo cuando mi iba a decir que esa noche sí. Esas notas depravadas la hacían recorrdar que a su papá le decían Magila Gorila en la Base Libertador y que era ya de madrugada. Mi psicólogo ha encontrado una explicación más audaz y retrospectiva; luego de una sesión de hipnósis me mostró el casette con la grabación donde yo regresaba a mis siete años; yo tatareaba el leitmotiv de De Fiesta con Venevisión y súbitamente armaba un berrinche y pataleaba gritando: ¡No, Gilberto; no! ¡Yolanda Moreno bailando el Alma Llanera con arreglo de Joaquín Riviera no! ¡Yo quiero es al Topo Gigio!.

Veinticinco años después camino por el Pasaje Zingg de Caracas tatareando la serenata de Turidu "O Lola, bianca come fior di spino...". He visitado las ciudades de los hombres y sus palacios y ya no me gusta el Topo Gigio sino la ópera; pero el tramposo destino me ha preparado una burla. Me apresuro porque Rafael Ramón Castellanos, que tiene allí La Gran Pulpería de Libros Venezolanos, quiere darme a conocer al más grande apócrifo de la historia; un hombre que usó más de 600 pseudónimos y merece estar en el Guiness. Rafael, con los manuscritos de su libro sobre el insigne escritor en una mano, me muestra con la otra una foto; los ojos son de pícaro, el labio superior grueso y sensual:
-- Por allá por el año 15 este personaje, Rafael Bolívar Coronado, saltó a la fama porque compuso la letra de la zarzuela Alma Llanera. Gómez lo becó en España y él se embarcó feliz; pero nomás el barco estuo en alta mar salió gritando a la cubierta ¡Muera Gómez el tirano! y se declaró "anarquista, bolchevique y racista". Nació en Villa de Cura, vivió apenas 39 años y desde chiquito fue un zángano. Fíjate que anduvo por esos llanos haciendo desmanes antes de llegar a Caracas, forzado porque con un coronel de Coro se habían tomado la paga de un batallón. Pero ¿tú sabes cuál es la gracia de este hombre? ¡Qué era un escritor del carajo! Cuando llegó a España se dedicó a vivir de la pluma, cosa que siempre ha sido dura en cualquier lugar y época. Y como era difícil darse a conocer, Bolívar Coronado se hizo pasar por copista y antologista. Le llegaba a los editores con sorprendentes volúmenes inéditos, rescatados de las bibliotecas o compilaciones en los viajes, y los incautos los publicaban. El mismo los escribía, con una gracia y talento fuera de serie. En las fondas y zahúrdas de Madrid le decía a sus amiguetes: "He escrito varias antologías para Sopena en 15 días: ¿cómo me habrán quedado?" y cuando ellos le reclamaban él se justificaba: "Como yo no tengo nombre en la República de las Letras, he tenido que usar el de los consagrados, porque yo no puedo darme el lujo de que me salgan telarañas en las muelas...".


Una de las víctimas de aquel mitómano, de aquel genil camaleón, fue don Rufino Blanco Fombona. Le vendió el libro El Llanero, el cual atribuyó a Daniel Mendoza, aunque era suyo, haciéndolo pasar por "copia de la primera edición". Aún hoy, El Llanero es un clásico obligado para los estudiantesde Sociología. Mendoza existió, pero jamás lo escribió. Bolívar Coronado también le vendió a don Rufino: Letras Españolas de Rafael María Baralt y Obras Científicas de Agustín Codazzi, que contenían mucho de los autores, pero donde él también metía lo suyo:¡Y con mucha autoridad!

Convencido de que don Rufino era un cacaísta, Bolívar Coronado metióse a Cronista de Indias y le escrbió y vendió: Crónicas de Indias: "La Gran Florida"; Los caciques Heroicos: "Paramaiboa, Guaicauipuro, Yaracuy" y Nueva Umbría:"Conquista y Colonización de este reino en 1518" firmados los tres por un tal Maestre Juan de Ocampo. Y también Los caciques Heroicos: " Nicaroguán" como Fray Nemesio de la Concepción Zapata, Los Desiertos de Achaguas como Diego Albéniz de la Cerrada, Los Chiapas (Ríos de La Plata y Paraguay) como F. Salcedo y Ordóñez y Misiones de Rosa Blanca y las Galdonas en 1656 como Mateo Montalvo de Jarama.

Su desgracia se inicia cuando el escrupuloso Vicente Lecuna, gomero pero amigo de Blanco Fombona, le escribe a don Rufino diciéndole: "Su copista ha de haber tenido un lapsus lingüis; imposible que el cacique Nicaroguán poseyera un burdel. Habría de ser serrallo, porque burdel es galicismo del siglo XIX imposible en el español del XVI..."

Mandó don Rufino un amanuense a revisar el anaquel de la biblioteca de donde Bolívar Coronado dijo haber copiado las Crónicas y regresó aquél diciendo que no había tal anaquel ni clasificación por dígito; montó en cólera Blanco Fombona, saliendo armado en su búsqueda para matarlo. Don Rufino era feroz espadachín, y Rubén Darío, que era su amigo, decía: "cuando Rufino se emborrachaba yo me orinaba de miedo". No era para menos. Blanco Fombona tenía más de doce muertos encima en duelos sin contar las peleas callejeras, Advertido por el poeta Villaespesa, Bolívar Coronado huye a Cataluña, donde se inicia su etapa más prolífica de pseudónimos. Don Rufino, para vengarse pulica un volumen autobiográfico, Memorias de un semi-bárbaro, lleno de desmanes y picardías de camino y llanos, que Bolívar Coronado quería enrostrarle al seudo Oliverio Castro Gómez. Lleva el nombre de Bolívar Coronado y muestra su vida y milagros.

En Barcelona publica un parnaso Costarricense, con muchos versos suyos (incluidos los de Alma Llanera) y también uno boliviano, firmado como Luis Felipe Meaño, un médico venezolano de paso en Barcelona: "Me cayó poético ese nombre y no aguanté la tentación", dijo en Las Ramblas.

Escribía 12 artículos diarios todos los días con nombres diferentes que cambiaba cada semana. Muchos de lo artículos eran contra Gómez, lo que enardecía al cónsul venezolano en Barcelona, Alberto Urbaneja, quien le pedía al jefe de la policía condal, Alergui, que lo extraditara. PeroAlergui era hombre de soberano buen humor y lo protegía; sobre todo cuando Bolívar Coronado le avisaba que Leyera la venganza en los diarios. La venganza era que algunos artículos contra Gómez aparecían firmados con los pseudónimos Alberto Cabroneja y Alberto Mierdaneja.

Temiendo su final, escribe febrilmente; publica un poema inédito de Sor Juana Inés de la Cruz (suyo)y se hace corresponsal en la guerra del Sahara para "La Publicidad", " El Noticiero" y " El Diluvio" de Barcelona. Pero en realidad nunca salió de España; se disfrazaba de mendigo y vagabundeaba por los muelles hablando con los marinos y estibadores que llegaban del Sahara Español, de Africa, y con la información que les sacaba calculaba las batallas, las bajas, y nunca llegó a equivocarse, por lo cual el pago era puntual.

Cuando Andrés Eloy Blanco fue glorificado por su Canto a España, le envió un lacónico telegrama desde Barcelona donde ya se hacía evidente su otoño: "Tú eres un astro. Los astros giran. Gírame algo". Blanco estaba en Santander; y acaso lo único que pudo haber sabido de Bolívar Coronado era que había compuesto la letra de la zarzuela junto con Pedro Elías Gutiérrez y que había publicado una pequeña novela titulada: Corazón. Memorias de una niña rubia, porque aquel colosal talento se había desperdiciado en pseudónimos y laberintos de personalidaes cambiadas.

Loúltimo que hizo fue una biografía, la primera en español, de Lenín. El libro data de 1919. Y recuérdese que la revolución fue en el 17. El título original era"Lenine" y estaba firmado por R. Bolívar y Julián de Castilla. En sus páginas, luego de contar la vida de Vladimir Ilich (por lo cual es contemporáneo de John Reed)abogada por la instauración del bolchevismo en Venezuela. Pero ¡oh manía! el último capítulo es una desviación de la idea original y se titula "Hay que matar a Gómez".

¿Qué hubiera pasado si este prolífico mentiroso hubiera vivido más?, ¿qué si hubiera firmado sus historias y se hubiera arriesgado a la literatura? Acaso una revolución total, porque talento no le faltaba; pero jamás lo sabremos. Rafael Ramón Castellanos en su pulpería, siempre bebe algo en un vaso enfundado como por una media tejida de pabilo y yo no sé si es té o whisky y no me atrevo a preguntarle. Lo cierto es que el hombre me mira y me dice:


--¿Cómo te parece? Te conté a historia porque se que te gusta la ópera y la zarzuela y porque el tipo se las traía.


Pero me ha dejado un tremend o dilema porque mi inconsciente sigue odiando el Alma Llanera a pesar de que me siento reivindicado con la locura y despelotado talento de autor de su letra. ¿Qué puedo hacer ahora? ¿Cómo justifico y canalizo mi odio? ¿Qué opinas tú, ocioso lector? ¿Y qué dirá ahora mi pobre psicólogo con este rollo de odios y admiraciones?

Ojalá al menos pudiera volver a querer ver al Topo Gigio. Eso sería algo, digamos una reconciliación con el pasado, una espina menos en el alma.



Oscar Reyes
Diario El Globo. Caracas, 10 de febrero de 1993.



Rafael Ramón Castellanos
UN HOMBRE CON MAS DE SEISCIENTOS NOMBRES (RAFAEL BOLIVAR CORONADO)
Caracas, 1993
ISBN 980-07-1473-1