junio 06, 2009

RADIO TRUJILLO FONTANA DE ENSEÑANZAS

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Discurso de orden pronunciado por el doctor Rafael Ramón Castellanos el 2 de febrero de 1990 en el Salón de Sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Trujillo con motivo de la conmemoración de los cincuenta años de Radio Trujillo.
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Me revelo contra la majestad del protocolo y cito de entrada, con toda la pleitesía a la cual es acreedora, a doña Margarita de Jesús. Excúsenme el señor Presidente del Poder Legislativo Regional y los señores diputados que me han honrado con esta participación en acto de tanta trascendencia. Excúseme en señor Gobernador del estado, electo en limpia lid de democracia cierta. Excúseme el digno prelado, las autoridades del Poder Judicial, los representantes de las Fuerzas Armadas y de todas las instituciones aquí presentes y los señores Alcaldes de Trujillo y Boconó, pero en doña Margarita quiero y lo encuentro factible y lógico saludar a todo el Estado Trujillo en este gran momento, porque ella ha sido estandarte para que las brisas de la bienaventuranza sacudan en lo más alto de la fe consagratoria los pendones de dignidad que enarboló don Pedro J. torres en abono de la cultura y del incremento social, político, económico y cultural de nuestras comarcas.
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En los insondables confines del más allá, en la hora en que concurren todas las almas ante el Omnipotente, a presentarle la hoja de vida terrenal, debe encontrarse cada quién con su desandar por los caminos del pueblo, por las veredas acortadoras de distancias, por las travesías desde donde se divisan en lontananza las tonalidades más variadas.
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Y entonces en ese volver a ser niño y desde allí recorrer todas las realizaciones hasta la entrega del alma al Supremo Creador y del cuerpo a la nutricia tierra, es seguro que en ese más allá deberemos también, en el orden de las querencias, encontrarnos con aquellos a los que imitamos en el ejemplo, con aquellos a los que ayudamos y nos ayudaron a hacer obra de bien, con aquellos que nos sirvieron dignamente y se sintieron bajo el alero de alguna protección.
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Apenas divago en esta filosofía como esotérica e impalpable. Apenas divago, repito, pero con la satisfacción infinita de pensar en los muertos que nunca correspondidos en la historia con grandeza de forjadores de destinos.
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No son elucubraciones. Los Asideros de esta oración tiene base suficientemente discutida en la teología que pregona la gente del pueblo y por la cual conversan suo tempore las ánimas benditas y los espíritus redentores, llenos de paradigmas y de exuberancias de los rutilante para la vida eterna.
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Por lo tanto, al traer a colocación magnas figuras del ayer lejano y del ayer menos distante, en la totalidad de los merecimientos de todas ellas, apenas creo vislumbrar allá entre brumas, donde la música celestial se hace suave como la llovizna entre sol y arco iris, la concepción de la inmaculada trujillanidad, presente para este suceso cincuentenario. Acaso hacen un cónclave de la versatilidad del paisanaje en que se han dado cita muchos pro-hombres del cultivo de la dignidad rectora del pedazo de suelo que ellos defendieron y nosotros ahora disfrutamos. Imaginémoslos bajo faroles naturales colgados del alto firmamento celebrando esta fiesta de la cultura como nosotros la solemnizamos ahora en este cenáculo de la legislatura regional y que a ellos los toma a todos por un mismo cordón umbilical de dación sublime en aquella vida eterna. Pero tomemos el rumbo de cuando estaban con nosotros. retrocedamos cincuenta años . Ágil, nervioso, emocionado está don Pedro J. Torres. Frente a sí tiene un libro de ensueños dedos levanta en el pentágrama la melodía de lo que ya es nuestro segundo himno regional. A su lado Numa Quevedo quien ha venido de lejos donde sostiene alta lucha en el Congreso Nacional y oye al amigo que le habla de una trocha para meterle el acercamiento próspero a los pueblos de San Lázaro y Santiago con esta ciudad y que será realidad cuando él sea Presidente de su Estado natal. y junto a ellos están sonrientes y precisos, brindando néctares divinos los aedas Pedro Pablo Maldonado, Pedro Santini Ordóñez y Rafael Ángel Barroeta, mientras toman apuntes en pétalos de multiplicidad de flores S. Joaquín Delgado y Samuel Barreto Peña, a la par que José Armenio Núñez, Isaac Urrecheaga, José Elíseo Rosario y su hijo Numa, con los viejos tipos de imprenta se aprestan a dar la noticia de que le nace a Trujillo una empresa vital para la cultura y pionera de otros derroteros.
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Otro asistente a la regia inauguración es un prelado sencillamente diáfano con "una existencia que no entiende otra filosofía que aquella de la dulce caridad... la caridad practicada con discreción... dentro de un espíritu abierto a todos los horizontes". El bendice las instalaciones de la emisora. Es el 4 de febrero de 1940. Nada más y nada menos que Monseñor Etanislao Carrillo.
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Pero asociemos varios ideas en el espacio del primer lustro de esta obra imborrable que fue una ventana al mundo para que tras de sí surgiera el Ateneo de Trujillo, también un venero rutilante para castigar las noches tenebrosas y crear destinos realizables. y más tarde sería la hora de otra fuente impoluta, el semanario Presente que formó en sus páginas una generación de trascendencia, con el apoyo humanístico de un poeta gigantesco, habitante de La Posada del Ángel desde donde suspira sus Secretos en fuga, Luis Beltrán Guerrero. Es pues, Radio Trujillo la fontana de enseñanzas que originó estos movimientos de la mente y del espíritu que darían otros frutos también notable como el Centro de Historia del Estado surgido a pulso vigoroso de la constancia de Marcos Rubén Carrillo y el Núcleo Universitario Rafael Rangel en donde se robustece la tarea perínclita de don Pedro J. Torres. y esa asociación de hechos y personajes nos es placentera en grado superlativo.
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También festeja don Fernando de los Ríos, el sabio español que se trajo a América entre las alforjas de su exilio, la filosofía del entendimiento para contrincantes inmutables y que por esta emisora hubo de decir para el mundo el 24 de julio de 1944 que Bolívar había ahondado premonitoriamente en el corazón de los iberos para que en la hora de la hecatombe la España republicana pudiese sentirse salvada en las frase "La patria es América".
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Un poco más allá, con el ceño adusto y asomándose al último aliento del caudillismo en la incipiente democracia de 1940, está el general Víctor Manuel Baptista predestinado a tener el primer micrófono de Radio Trujillo entre sus manos para que mostachos y tradición guerrera dijeran de Pedro J. Torres algo menos que una frase de combate y algo más que una palabra de asombro. Diez lustros después nosotros estamos en los inicios de otra gesta democrática con un Gobernador electo por el pueblo, quien nos acompaña para observar los rostros llenos de suprema victoria de todos los descendientes de don Pedro j. torres que han seguido de los Mucas, dándose por entero a ella, presididos de la esforzadísima e incansable doña Margarita de Jesús.
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Pero en ese imaginario momento para tantos predestinados a estar allí en ecuménica reunión, hay espacio suficiente para otros que vienen a tomar puesto de honor. Uno es el maestro Laudelino Majías que ya consagrado entonces, brinda en vaso de cristal como en cáliz de oro o en vasija de barro, imponiéndose en el ambiente porque lleva música en la sangre, penatagramas en el corazón y tiene "en su alma el ardoroso ancestro, la voz del paisaje, la rebeldía y el heroísmo de su tierra". Con él dialogan en el lenguaje sublime de las notas musicales dos súbditos muy atentos a la primera señal consagratoria de Radio Trujillo, para que fructificara una acendrada esperanza de pedagogía y de sapiencia. Están con él con una vals y una canción, insuflando de armonía la tierra con la inspiración. Son ellos los maestros José Antonio Carreño, cornetín y compositor acuartelado en un recodo humilde que prolongaba hacia el sur la ciudad, la urbe pequeña de La Otra Banda y Rafael María Hernández que había venido de la majestuosa villa de la poesía, del amor y de la consonancia, Boconó, acompañado de un poeta revolucionario y confeso de ser nacionalista a ultranza, Eusebio Baptista, que hacía figuras poéticas con la geografía espiritual cuando convocaba a "limpiar la montaña" porque "la mañana está clara". Pedro J. Torres los abraza fijando la mirada en el futuro aún incierto de su osadía de ponerle frecuencia a la comunicación entre los residentes aquí, acción que la comenzaba con no pocas limitaciones económicas.
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Y entre tantos valores representativos de todos los órdenes de la imposición de las letras en el ámbito de la vida trujillana, es imposible pasar por alto a personalidades que forjaron en radio Trujillo la trayectoria rectora. Evoquemos las figuras de Armando Pineda en la Sala de sonido; Antonio José León y Aldo Retali como Técnicos Principales y Mister Temple Lee que con materiales de R.C.A.Victor construyó el transmisor de fabricación casera con el que salió al aire la emisora y el cual fue llevado hasta el cerro donde se había construido la edificación respectiva, con muchas complicaciones por lo abrupto del camino al norte del Cementerio de la calle Arriba. tres años después en este hermosísimo paraje sería la fiesta de la unión matrimonial de don Pedro J. Torres y doña Margarita.
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Aquel 4 de febrero de 1940 la solemnidad comenzó en la medianoche anterior con serenatas al pie de muchas ventanas tras cuyas celosías palpitaban de prisa los corazones de jóvenes madamas vestidas de amor y romanticismo. Por cierto que en el primer programa musical de Radio Trujillo intervinieron Los Jilgueros del Trópico que estaban en Trujillo en bree pernoctancia, pues iban hacia Santafé de Bogotá. Eran ellos Marco Tulio Maristani, Manuel Enrique Pérez y Antonio Lauro.
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Han Pasado cincuenta años y siguen latentes y allí están los recuerdos de la heroicidad cultural con que Radio Trujillo fue matriz de incalculables méritos en la faena titánica de Pedro J. Torres, quien hubo de confiar en la amistad, en el cariño, en la bondad de gentes de todas las áreas de la intelectualidad, vinculadas a múltiples disciplinas, mientras la armonía se paseaba por todos los rincones de la ciudad con la maravillosa Banda Sucre a la cabeza de la cual marchaban los paladines Laudelino Mejías y Rafael A. Pernalete y con la popular orquesta "Buenos Aires", dirigida por otro artífice de la virtuosidad, el maestro José Ramón Aranguren mientras el ritmo musical y la alegría iban también danzando para volverlos comunicativos y contagiosos en el cuerpo y en el alma de otros maestros: Ramón Aranguren, Egisto Delgado, Heraclio Torres, Rubén Cegarra, Armando Núñez, Trino Vásquez, Oscar Martínez, Arturo Vásquez, Belisario Núñez, Raúl Guanipa, Hilarión Carrillo, Gonzalo y Leopoldo Lugo y el guitarrista Manuel Torrealba.
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De esa pléyade de individualidades dadas al ejemplo edificante de difundir el pensamiento en todos los niveles posible, se nos escapan muchos nombres, pero es bueno tratar de volver hacía aquel Trujillo de entonces. Dos médicos españoles se multiplican en sus afanes de ser educadores desde el Ateneo de la ciudad, los doctores J. Pardo Galloso y Miguel Nieto Caicedo, mientras un vasco, el doctor Marcos Aguirrolea y Arana, dirige el Colegio Federal; otro galeno, joven y renovador está al frente de la Unidad Sanitaria con un dinamismo que sorprende: el doctor Víctor M. Bocaranda, a la vez profesor en las aulas de secundaria y partícipe en acciones socioculturales definidas, tan cerca de Mister William Hacket, dictando cátedra de inglés, y un sacerdote dotado de todas las ventajas espirituales y morales para el ejercicio de la docencia y del deporte capitanea otro centro de enseñanza, el padre Rafael Chacín Soto.
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Desde otros ángulos también están al lado de Pedro J. Torres en su notable y quijotesca misión otras personalidades que en mucho encontraron en Radio Trujillo un norte, un camino, una esperanza y un aporte para cambiar la mentalidad regional con una fuerza electrizante de avanzada " que debía traer como consecuencia lógica la compactación de todas las fuerzas vivas de la región y la unificación de todos los factores políticos del Estado. Ni prejuicios, ni grupos, ni castas: concurrencia de todos los trujillanos de buena voluntad, trabajadores y honrados", como lo diría Numa Quevedo en 1943. Pues bien, de regreso al recuerdo de aquellos días se suman al suceso que hoy nos ocupa muchas cabezas pensantes, muchos seres deseosos de aportar cualquier fruto para recibir acaso estas menciones de hoy. Por allí irían Ednodio, Numa y Cheché Frías, don Gabriel Mazzei, Ezequiel Bracamonte, Chico Carrillo, Rafael Isidro Briceño, don Antonio Navarrete, Francisco y Ramón Briceño Perozo, Marcos Castillo Navarrete, Antonio Sánchez Pacheco, José María Flores. Todos, aquéllos y éstos, todos, mirándose cada uno de por sí en el esplendoroso paisaje metido en los ojos hermosísimos, en la voz cantarina y tenue, en los labios de descifrar la poesía y el ritmo, de una reina pletórica de popularidad y belleza, la admirable negra Clara Reyes Añez,, Madrina inmarcesible de radio Trujillo, después casada con el gran poeta Mario Briceño Perozo, con la felicidad de seguir siendo guía y madre, soberana de afectos y de triunfos. Y tomando impresiones para el devenir y los anales del Estado Trujillo, es incansable en accionar su cámara fotográfica el gran músico Ezequiel Aranguren que nos multiplicó en postales las beldades nuestras y los horizontes y las cascadas y hasta las cadencias del agua del tinajero. Pero se nos pasan por alto los perifoneadores desde Marcos Barreto, Alí Suárez K., Eduardo Texier Unda, Luis Guillermo Rosales, Antonio Luis Cárdenas, Jorge Enrique Bolívar, Hernández Cerruti, Pancho Casas, Hernán Rosales con su seudónimo de Aquiles A. Prieto hasta Salvador Medina y el mismo Pedro J. Torres y más tarde Alejandro Azuaje Rincón y Manuel Torres para hacer apenas una somera reseña, aunque merece cita muy especial el poeta Humberto Rumbos que en la génesis de Radio Trujillo aparece al frente del radioperiódico Mundo al día al que después seguiría en constancia con su programa Garcia Plena hasta estos mismos días de 1990, Fray Juan Francisco Hernández, O.P.
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La gran familia de Radio Trujillo se ha consolidado con los años. desde posiciones de las más contradictorias hasta coincidencias ecuménicas, han concurrido y concurren alrededor de la emisora y de sus programaciones los dirigentes de mayor cuantía. Escalonadamente podemos solazarnos en la visión de entendimiento que aúpa la relación social, política, económica, cultural y moral de esta institución y el gran conglomerado. Volvamos la mirada hacia diferentes objetivos. Las jornadas por conquistar plenitudes son múltiples. En las páginas de los periódicos encontramos a dos niñas pianistas, Mireya Mendoza que interpreta a Chaikowsky y Cristina Maldonado a Wagner, mientras Tirsa Peña, Rosario Pimentel D'Alta, Ana Isabel Pimentel, Consuelo Unda de Muchacho, María Teresa y Flor León y Maruja Pimentel de Carrillo también son artistas del bel canto por los micrófonos de Radio Trujillo en las tenidas ateneístas, de las cuales participó en buena hora Gilberto Quvedo Segnini con sus "Entretenimientos Arte" para cuyo programa escribió varias comedias en las que actuaron César Colmenares y Yolanda Mejías, mientras el joven estudiante Pablo Miliani desvelaba a las niñas de la Calle Arriba acompañando a Pedro J. Torres en las noches de plenilunio musical.
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Pero aún más. ¿Quién ha sido extraño al crecimiento de este vínculo de unidad de nuestro pueblo? Nadie. Al contrario, no existe el que en una u otra forma no se sienta asido a esta existencia. Otro músico que se nos viene a la memoria es Alberto Aranguren compartiendo en las ceremonias y en los ágapes, en la terraza de Radio Trujillo y en sus instalaciones, con los doctores Salvador, Miguel Ángel y Víctor M. Tálamo, Víctor Valera Martínez, Manuel Andara Olivar, Rómulo Aranguibel, Andrés Lomelli Rosario, J. A. González Vale, Sabino Braschi, Humberto González Albano y Fernando Mendoza Monatni. Y por otro lado, el dueto de clarinete y cornetín de Saturnino Márquez y J. R. Araujo, en el disfrute de una fiesta de enero al lado de los doctores Hogo y Chichoy Unda Briceño, Antonio Felipe Araujo, Manuel de Jesús Chuecos, Luis Valera Hurtado, Régulo Burelli Rivas, Ramón González Paredes, junto a Miguelito Maldonado, Abelardo Cegarra, Rolando Urdaneta, Amado Méndez, Juan José Román, Omar Carrillo Rueda, Tomás Cols, Rafael Vásquez Núñez, Ignacio Cegarra, presbíteros Vicente Valera Márquez y Rafael María Villasmil, Gregorio Terán, Rafael y Amado Bolívar Jugo y el inolvidable Ezequiel Torres, en cuya barbería Lara se discutió y se dialogó del hacer, del deshacer, del sufrir y del triunfar del mundo de la cultura trujillana.
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Mas, una cosa definida habremos de expresar en lo que atañe a esta escuela de la familiaridada regional que fundó el 4 de febrero de 1940, ese indiscutible señor de los éxitos que fue don Pedro J. Torres. una lámpara perenne ha iluminado todos los ámbitos de la emisora a través de cincuenta años. La encendió un día cualquiera un hombre que pergeñaba un Mensaje sin destino, pero que él sí sabía a quién iba dirigido y por qué lo enviaba, pues además convocaba al encuentro nacionalista en otro libro como obsequio al porvenir, Alegría de la tierra, sin olvidarse de los océanos y de los mares para su Aviso a los navegantes. Aun sin mencionarlo, todos ustedes, señoras y señores, saben de antemano que paso cerca de la biografía de un idóneo maestro de juventudes y de un demócrata consagrado que amó a esta su Ciudad Pacífica y así lo hizo constar siempre, especialmente en un programa imperecedero por estos mismos micrófonos en 1958. Es Mario Briceño Iragorry quien moriría de amor a Venezuela porque la dictadura estaba en su esplendor para el 9 de octubre de 1957, efemérides solemne del cuatricentenario de esta urbe y él calculó que sería hora ya de libertas y de democracia y preparó su discurso inmortal, que tuvo que esperar la alborada del 23 de enero siguiente, para que lo conociéramos todos y disfrutáramos de por siempre de esa lección magistral en la más levantada pasión por la dignidad procera como una biografía del terruño, de sus habitantes y del estandarte de la tradición en una escuela para presagiar el devenir.
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Tantos hechos vitales del Estado, del país, de la universalidad, han tenido eco en los salones de Radio Trujillo. y siempre habrá de ser así, porque hay la simiente, porque vibra la médula, porque está abierta la puerta grande para imponer la pedagogía del común. Bien cerca tenemos el IV Centenario de la integración de dos culturas o del encuentro de América y europa. Aunciemos desde ahora, con pleno conocimiento de causa, que ya hay preparativos entre historiadores, investigadores y directores de las instituciones gravitantes en la región para iniciar cuanto antes la cátedra de acoplamiento de los valores pedagógicos a tan magna fecha de la humanidad, con Radio Trujillo como motor y vocero.
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Continuemos paseando por los entretelones de la historia. Se acerca el gran civilista y general de la hegemonía andina en el poder que a esta tierra viene en 1941 y a través de Radio Trujillo brinda por la cultura, celebra por ella y con Numa Quevedo y Pedro J. Torres a su lado toma el micrófono y da lección de patria y de dignidad para decir que aquí se estaba cumpliendo "el deber de una generación". Se trata de Isaías Medina Angarita.
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Es una hora propicia para que algún soñador sobre el tapete de nuestros anales imagine que acude, sereno y dignísimo, desde una lontananza mayor porque no ha muerto, lleno con su dulzura, con su bondad y con su generosa participación ética, el doctor José Gregorio Hernández a quien en 1940 a los 21 años de su desaparición física Radio Trujillo le consagró un recuerdo. Y el erudito filólogo Rafael María Urrecheaga también redivivo en el elogio de sus rumbos. Y la figura vital y sabia de Juan Bautista Carrillo Guerra a quien con motivo del centenario de la imprenta en nuestra tierra lo despertamos entre las galeradas de los talleres tipográficos de La Opinión, su gran periódico de 1865. Cómo se le nota en su transparencia de levitador la emoción de su obra periodística en ancestrales tipos impresos saludando con un espaldarazo, una reunificación del trajín a través de los siglos, la dinámica del periodismo oral que inaugura Radio Trujillo y del que nos hemos sentido eminentemente orgullosos siempre, hasta ahora que en cada mañana nos saluda entusiasta una voz amiga en un programa campechano y pródigo, Cómo amaneció Trujillo, del compañero Francisco Oscar Salazar, sin olvidar a Alí Medina Machado y a la nena, la imponderable profesora y amiga Bertha Briceño en Manantiales, que siguieron la huella de Venancio Urrecheaga y Castillo Navarrete en aquellos imperecederos Sábados Literarios.
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Pero allá por 1940 y para hacer aún más bella la fecha conmemorativa de hoy, también hubo un reconocimiento para un encendedor de luminarias que una vez y para siempre se quedó ciego. Con su bastón de dianas, de alertas en batallas y de objetiva dignidad triunfal, desde su retrato le extiende los brazos a Pedro J. Torres para auparlo. Es el general Cruz Carrillo, a quien le guardan las espaldas angelicales un soldado terrible, el Coronal Antonio Nicolás Briceño y todos los héroes que el 27 de noviembre de 1820 estuvieron en Santa Ana de Trujillo como edecanes de dos adalides: Bolívar el Libertador y Morillo el del deber cumplido al servicio de su Rey. Mas éstos, también en esa hora y por tan ciclópea contingencia se desmontan de los monumentos y acuden al acto para palmear en los hombros a Pedro J. Torres y transmitirle valor, reciedumbre y animación porque le corresponde timonear la novel Emisora.
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¿Qué otra cosa nos corresponde decir en un acto tan merecido del ser y del entender histórico, como este del cincuentenario de Radio Trujillo? Casi nada más. El pasado es futuro en las acciones grandes y en la sabiduría que alimenta el ser humano en tiempo de dificultades. Radio Trujillo es un sendero que conduce hasta el meollo de nuestra historia. Pedro J. Torres apartó los escollos a un lado del camino y se impuso. Por ello guardamos un minuto de silencio por su alma para que la vitalidad del trabajo realizado nos diga que él fue, es y seguirá siendo un Quijote y que su tarea no ceja, está incólume y avanza.
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Pero este minuto de silencio por ese homérico condotiero, don Pedro J. Torres, vamos a exteriorizarlo como en una oportunidad un locutor desprevenido, en una ceremonia protocolar, después del lapso de mutismo dijo: Continúa el programa, terminan ustedes de escuchar el minuto de silencio en gratificación a un gran legionario del desarrollo, del amor y de la paz. Creo que él lo ha de disfrutar a plenitud al tratarse de una anécdota concordante con el motivo que nos reúne aquí. Más, concretémoslo nosotros, entre pecho y espalda en un pensamiento sobre Radio Trujillo hacia el siglo XXI, bajo la advocación de la Virgen de la Paz que sea con nosotros en las yemas de los dedos de Alirio Díaz -que en la emisora fue guitarrista de planta-; en la grandeza poética de Luis Beltrán Guerrero y Rafael Ángel Barroeta y en la lealtad de los principios más consubtanciados con la amistad, el decoro y el cariño de Pedro J. Torres que con una de las ejecutorias -conmemorada hoy- seguirá abriéndose caminos porque los hombres reencarnamos en nuestros más vivaces descendientes y continuamos hacia adelante desde los óptimos días del ayer, con el idioma del optimismo, de la constancia, de la fe y de la generosidad, que este fue el léxico de don Pedro J. Torres.
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Rafael Ramón Castellanos
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Rafael Ramón Castellanos. Radio Trujillo fontana de enseñanzas. Caracas, Ediciones La Vichú, 1991. 30 pág.
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