agosto 13, 2013

EL ALCALDE RODRÍGUEZ, “EPALE”, Y LAS PIRAÑAS


“Las Librerías del Sur son las sementeras de la difusión de la literatura roja en Venezuela. En parte también La Pulpería del Libro Venezolano en Sabana Grande que es de una persona que Ernesto Villegas cita en su libro sobre el 11 de abril de 2002 como firmante del manifiesto de Carmona en Miraflores, Rafael Ramón Castellanos, quien a la vez es el autor de un libro sobre el Teniente Coronel desaparecido en donde cita más de 2.000 títulos sobre el personaje escritos en el mundo, como un caso único que ni Bolívar, ni Washington, ni Napoleón, ni Lenin, ni Hitler. “Hugo Chávez Frías y la revolución bolivariana, bibliografía” El autor camaleón creyó que así lograría una buena chamba en el chavismo, ya las disfrutó durante la IV república, pero no ha sido así, dicen que esperó tres años que Chávez lo citara en alguna de sus cadenas o que alguno del “alto gobierno”. Nadie le paró, solo el Alcalde de Libertador Jorge Rodríguez en una revista que tiene casi clandestina que llaman Epale, número 34 del 16 de junio pasado, mandó hacer un reportaje de la Gran Pulpería de Libro y vean lo que dicen “Este infierno de papeles tiene no un Virgilio sino varios. El primero es omnipotente, Rafael Ramón Castellanos… es el gerente, es el doctor, es el Dios y no da entrevistas a nadie… No por cifrado, este laberinto pierde infinitud. A la entrada el cartel deje bolsos y carteras debería rezar abandone aquí toda esperanza”.Había que golpear al vendedor de libros nuevos, usados y viejos, pero el domingo 28 de julio el escritor Leonardo Padrón escribe unas hermosísimas frases sobre el mismo negocio Entre Chacaíto y Sabana Grande hay un tesoro clandestino que sobrevivió a los manotazos del tiempo. Tiene un título ampuloso: La Gran Pulpería del Libro Venezolano. Nunca mejor puesto un nombre. La entrada es un camuflaje. Una puerta estrecha - inadvertida por los que caminan sin mirar- te introduce a un muy largo pasillo, atiborrado de títulos añejos, sombreros de mariachi, monedas antiguas y puñales. Lo que viene es el abismo. La perplejidad. La bienvenida al mayor laberinto de libros que se pueda concebir. Es como otra ciudad. Tiene pasillos que no terminan, rutas inesperadas. Para ubicarte, las letras del alfabeto le dan nombre a cada pasaje. Te puedes perder. No es chiste. Hay flechas, a cada tanto, que indican una posible ruta de salida. A veces, la soledad te sobrecoge. Consigo en un recoveco umbrío a una empleada ordenando unos libros. Bien podría ser un espectro. Le pregunto cuántos ejemplares hay en esa desmesura. "Más de tres millones de libros", me dice. No queda otro rictus que el asombro. "¿Dónde queda la poesía?". Prefiere llevarme. Voy tras ella, cruzamos, otra vez a la derecha, un requiebro, dos filas más, una esquina, vamos andando, no se me pierda. Y allí me deja. En ese boscaje de madera escrita, lleno de joyas y ácaros. Por un instante, soy insobornablemente feliz”, agregando que lo de Epale es una puñalada y lo de Padrón un corazón de flores. En aquel se devoran entre si las pirañas en este la sensatez del intelectual apaga al bruto.”


Antonio Fernándes

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