abril 27, 2009

MONAY, PUEBLO DE LA CHIQUINQUIRA

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Ayer nomás presentamos mi libro El Ejido de Monay y la llanura interminable y fecunda y ya casi ha transcurrido un año. Ahora en buen comentario de opinión aparecido en un conocido diario barquisimetano, mi amigo el crítico y periodista Modesto Vargas López, al analizar el aporte histórico de mi trabajo, reencuentra el posible origen hebreo que conforma el vocablo Monay y que es viable e indescartable, pero él se afinca en manifestar que asevero en esas páginas haber una cierta posibilidad de que la palabra sea de origen quechua, el idioma de los Dioses paganos del Gran Imperio del Sol de los Incas, con sus Reyes despachando desde tronos gigantescos labrados en roca, con adornos de pedrería y preciosismo arquitectónico. De ello hice referencia, someramente, porque no logré basamento para fundamentar la opinión a pesar que mi amigo, aquí presente, Nobis Perdomo y otros paisanos monayeros, me hicieron referencia a que el historiador y académico, doctor Mario Briceño Perozo, había sugerido esa posibilidad durante una visita que dispensara a este conglomerado, años atrás.
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Pocas semanas después de esos actos inolvidades del 28 y 29 de diciembre del pasado año, en que recibí el galardón hermosísimo y aquilatador de "hijo benemérito de Monay", por parte del pueblo todo, sin distingos políticos ni banderías, a trvés del ejercicio de los ediles integrantes del Ilustre Concejo Municipal de Pampán y de su Alcalde, el profesor Homero Godoy Sánchez, encontré tres importantes obras en una búsqueda y rebúsqueda llena de ansiedad para internarme entre laberintos y acercarme a la significación autóctona de este cognomento que identifica el pueblo de El Ejido y el llano que lo circunda.
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El primero es Idiomas Aborígenes, o vocabularios de varios de los cronistas estudiosos de las lenguas del sur, comentados y aumentados con nuevas voces y giros por el humanista argentino doctor Carlos Abregú Virreira, quien lo publicara en 1942. Veamos un concepto que nos va a aproximar al objetivo primordial: "el quechua es un idioma que carece de vocal O, pero en algunas palabras se la usa en reemplazo de la U, pues esta letra en cuanto a la tendencia fonética, no es sino una semivocal cuando es simple".
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Ahora bien, otro reconocido lingüista, el doctor Sergio Grigorieff es el autor del Compendio del idioma Quechua publicado en 1935 también en Buens Aires; y su análisis del sonido "O" de la grafía "U" nos va a ser de una utilidad increíble para llegar a la etimología espiritual, amorosa, dulce, romántica y fresca siempre de lo que significa Monay en quechua o quichua que, según la sabia manifestación de uno de los investigadores más reputados en esta ciencia, el profesor Miguel A. Mossi, se trata de que:
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el . idioma . quichua . en . su gramática y . sintaxis, .es
riquísimo, .lleno de artificio y .de . reglas muy precisas,
fecundo. en variar los .nombres .y .los verbos, .suave y
nada bárbaro, .capaz de energía y .número, .armonioso
y elegante, y que manifiesta, o .arroja de .sí mucha luz
filológica y finalmente es un idiam .completo,. perfecto,
sin . anomalías y. acabado. en todo su mecanismo: . un
idioma .que en sus voces presenta la más viva .pintura
del .mundo. primitivo y que la serie. de .muchos .siglos
no .ha sido capaz de .corromper, .ni alterar un ápice de
su .. primera ... formación, .. que .. sabe .. dibujar .. los
pensamientos más sublimes de la filosofía con la finura
que. le es propia y .natural, y por lo mismo, es digno de
ser cultivado, practicado, y aún admirado.....................
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Visto este enfoque académico nos es posible, con amplitud de basamento, incorporarnos al estudio de un verbo primordial en tal lexicografía indígena, ya que es, a la vez auxiliar, imperativo y transitivo, con una gama de fundamentaciones hasta inverosímiles. Me refiero a MUNAY, cuya pronunciación, como apuntamos al principio, es MONAY; pues bien el significado en español es AMAR, que en el participio activo es Muna-h o amante; en el pretérito Munai-ska, amado, o Muna-nka-paah o Munana-pah que equivale a decir "para que sea amado".
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Así pues Munay-pah, pronúnciese Monay-paj, conlleva a manejar la frase "para amar" y Munayja que debe pronunciarse Monayja "indica afición, gusto, amor a algo". En síntesis, el infinitivo Munay (exprésole fonéticamente: Monay) es verbo de entendimiento, de unidad, de afianzamiento de la razón de lucha, es como desear el bien, venerar lo sublime e imponer el desarrollo vital de las comunidades.
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En el quechua o quichua el verbo Munay (Monay) es esencial y lleva a la fuente primaria: amar a los Dioses, amar al sol, amar la luna, amar la siembra, amar la cosecha, amar la casa, amar al vecino. Es tan grande y tan colosal el engranaje de interpolaciones que nos mueve al superlativo de lo admirable y nos invita a cavilar alrededor de la médula superio del idioma incaico. Con decir Monay expresamos toda la belleza que hay en el amor. Monay, pues, es tierra de Dioses, porque la divinidad es amor.
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Y nada más que decir. Admirables todos los paradigmas del verbo, Munay (Monay), en los muchos órdenes de las conjugaciones, desde la activa, la pasiva, y la transitiva en sus cuatro fuentes, así como también los verbos derivados con Munay como cabezal: verbos de actualidad, habituales, potenciales, potenciales-posesivados y hasta el último eslabón: un verbo de sufrimiento. Los hemos interpretado en esquemas enriquecedores y únicamente impresos en idioma original, pero que debemos observar y estudiar para empaparnos de la vigorosidad etimológica de este vocablo con que la lejana idiosincrasia prehispánica, y de pura cepa indígena, supo bautizar a este impoluto territorio del amor, de la dación para amar y ser amado, como elogio a la firmeza, al coraje, a la valentía y alos sacrificios de quienes aquí se establecieron desde remotas épocas para levantar las fundaciones que ellos mismos debieron ayudar a preservar, insistiendo en el poblamiento primario en los hatos, después en los cacaotales y luego, con tierra, piedra y paja, construir el albergue y sostenerlo hasta dominar la naturaleza y sembrarse aquí, desde el 18 de noviembre de 1738 bajo la advocación e invocación de Nuestra Señora de la Chiquinquirá, que impone, dentro de la grandeza y de lo trascendental, la reverencia cristiana para pregonar la significación múltiple de un verbo imponente: Amar, que si se esculpe en la monumentalidad quechua configura a Monay y si se multiplica rivaliza entre lo inmortal del amor hacia el infinito y el amor a la tierra nuestra, a la pequeña heredad de todos, que ahora pisamos.
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Monay y amor, no. Monay-amor. Monay-amar. Mayor-piedad. Monay-fe. Monay-querer y, dejé de últimas, unas acepciones infranqueables dentro del corazón y para todas las más poéticas orientaciones: Monay-querer hacer. Monay-querer ser. Monay-querer ir adelante, que todo ello es ADORACIÓN al terruño.
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Pero permítanme citar el tercer libro, La gramática y diccionario quechua del académico peruano Orlando Vela F., quien recalca el sentido más impactante del verbo Munay (Monay) que es amar, desear, querer, como ya lo expresé, pues este autor en la conjugación de varios de los modos anota MUNANI (Monani) que es yo quiero, MUNASAO (Monasac) yo querré; MUNAO (Monaq) el que es amado; MUNAY-NI-Y (Monay -ni-y) mi voluntad; MUNAY-Ni-YKI (Monay-ni-yki) tu voluntad; MUNAY-NI-N (Monaynin) su voluntad; MUNANA (Monana) deseable, apreciable; MUNA-Y-KACHA-Y (Monaykachay) querer repetidas veces; MUNA-YKI (Monayki) yo a tí te quiero; MUNA-YKICHIS (Monayquichis) yo a ustedes los quiero; MUNA-YKIKU (Monaykiku) nosotros a ti te queremos o nosotros a ustedes queremos. ¿Se habrá visto mayor belleza y diamantina reliquia de génesis terrena para ser, como somos monayeros?
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Caracas, noviembre de 1999
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Rafael Ramón Castellanos
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