junio 30, 2010

LA MAYORIA DE EDAD DE UNA LIBRERÍA

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En la esquina del Carmen, sobre la Avenida Baralt, en una vieja casona propiedad de una insigne matrona que ha fallecido recientemente, doña María Isabel de Garlin, se inició como negocio al público una modesta venta de libros viejos que después se transformaría en lo que hoy es la famosa librería Historia, centro de reunión de gentes del medio intelectual y político y venero de la generalidad y lo específico de la bibliografía venezolana y de América en general.

El 15 de junio de 1962 surgió el negocio en el primer lugar aludido. Ya lo habíamos establecido por allá por El Paraíso, en un garaje, desde enero anterior, pero la necesidad de estar más cerca del público nos llevó a instalarnos con patente y vidrieras, con pancarta publicitaria y una puerta “Santamaría” de estructura nueva. Qué de grata rememoración aquellos días en los cuales comenzamos las ventas. Del anuncio en el renglón económico de un diario capitalino pasamos a acercarnos a una clientela selecta y preocupada por el ámbito intelectual e histórico del país. Son tantos los nombres ilustres y tantas las tertulias que allí se sucedieron que sería larga la crónica.

Pero por sobre todo hay un hecho que resalta ahora que han pasado veintidós años y ya no es nuestro, desde hace casi dos lustros, este centro de la cultura nacional. Lo que une la cultura. Lo que enlaza la fe en cada quien y hasta el amor por los demás. Las amistades entonces se han prolongado hacia la intimidad y hasta la cuasi familiaridad. Bien es de hacer notar como está tan ligada esa esquina del Carmen a nuestro camino por la literatura nacional y aún a nuestro destino emocional, pues no dejará nunca de estar presente un instante en que una dama bella, noble y diáfana, comenzó por ayudarnos, casi indirectamente, a establecernos allí: las primeras cajas para acercarnos al lugar comercial nos las buscó ella y pareciera ahora –como antes pareció- que fue buen augurio tal gesto. Había en este suceso dación de cariño, de anhelos, de significación hacia el futuro. Quizás siga por entre anaqueles y páginas nuevas y antiguas, el aroma que soltaba al aire cuando sin pausa nos acompañó tantas veces y nos estimuló hasta escribir en limpio nuestros artículos de entonces que engarabatadamente salían en el añejo papel.

Al llegar la Librería Historia a sus veintidós años en meses próximos como institución pública al servicio de la comunidad nacional, cuánta honra nos alimenta al saber que la fundamos en una doble búsqueda: el condumio diario y el afecto por las faenas del intelecto. Que la obra sigue en manos de Jonás José Castellanos, señor del dominio impecable del dato bibliográfico nacional y de Pedro Alfonso Castellanos, mientras que desde esta columna evocamos la lejana fecha y nos sentimos orgullosos y jóvenes, firmes y enamorados, al volver sobre aquellos pasos y estrechar las manos femeninas, tersas, y blancas, que nos iniciaron en la búsqueda de los primeros embalajes para crear en esa esquina del Carmen un puesto de venta de libros viejos, especialmente nacionales.


ANTORCHA. Caracas, 14 de febrero de 1984

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Rafael Ramón Castellanos
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